`Todo lo que
no fluye, influye´
Difícil-fácil,
sencillo-complicado; a todos nos pasa, en todo tiempo y lugar. Las vivencias
dejan una huella que siempre se puede elegir. Sin ningún tipo de comillas. Sí,
es posible, sólo tienes que preferirlo. A mí, como a ti, me han pasado muchas
cosas, pero yo (espero que tú también) elijo que el río pase.
La que
acabas de leer es una introducción a una de las frases personales que más
orgullo me producen hasta la fecha en mi vida. Esa frase encabeza este
artículo: “Todo lo que no fluye, influye”. He llegado a pensar, siempre desde
la humildad, que esa expresión es como un tótem del pensamiento clásico que se
le olvidó a Platón, Aristóteles, Kant o Nietzsche.
Cuando las
personas se “enquistan” en un problema, una persona, un defecto, una manía o un
sueño malogrado, suelen marcar en su interior una cruz que siempre estará
presente, con mayor o menor protagonismo, dependiendo de la energía vital que
en cada momento irradie.
Si nos
comparamos con un río que va al mar, nuestra vida (el agua que corre) viaja por
el bosque de la realidad y se encuentra obstáculos, pruebas de diferente
importancia. Si son destacables, nuestro agua (vida), no fluye con normalidad y
se estanca. Este hecho supone que el lugar se va a ver influido por nosotros y
nosotros por él, una interacción que puede ser positiva y cambiar el entorno,
convirtiéndolo en un hábitat elegido. Hasta ahí todo es perfecto...
Pero no
siempre es así. En cuántas ocasiones el “agua de vida” de las personas no
fluye. Suele ocurrir cuando el obstáculo afecta más que la persona a él, y ahí,
es cuando todo se para. Se para el agua, se intoxica de un lugar, persona,
hecho no elegido. En estas circunstancias se ven muchas personas y no saben
como destruir la barrera que no deja seguir su camino. En momentos así, mi
querida frase cobra sentido para quien se ha quedado parado en una presa.
Los sueños,
hasta los proyectos de toda una sociedad
necesitan no verse influidos por el “obstáculo” no elegido, ya que entonces, su fuerza, el agua, está
estancada. Tantas veces se sabe y se tropieza en la misma piedra, pero se sigue
enquistado en ello, como si de un genio
maligno (Descartes) se tratase, un genio que está dentro de la propia persona,
o pensamiento colectivo. Sí, es posible, puedes y se puede elegir no sentir a
la creación de Descartes y seguir el camino.
Dejar fluir
las cosas permite regresar a la senda de un bosque que admitirá el agua de vida
en dirección a su destino. Si te encuentras estancado recuerda que “todo lo que
no fluye, influye”.
Todo lo que no fluye, influye es agua rápida y libre que camina hacia su destino en la palabra de Miguel Ángel Blanco Martínez,
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