PRINCIPIOS

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miércoles, 13 de noviembre de 2013

El Enfado



COMO QUITAR EL ENFADO




                                                  El enfado es la más seductora de las emociones negativas porque el monólogo interno
 que lo alienta proporciona argumentos convincentes para justificar
 el hecho de poder descargarlo sobre alguien. Al contrario de lo
 que ocurre en el caso de la melancolía, el enfado resulta energizante
 e incluso euforizante.
Es muy posible que el poder persuasivo del enfado se explique el
 motivo por cual ciertos puntos de vistan se hallan tan difundidos,
 la gente piensa por ejemplo que la ira es ingobernable y que en
todo caso no debiera ser controlada, o que una descarga de ella
 puede ser sumamente liberadora. Por el contrario, una investigación
 de la psicóloga Diane Tice nos sugiere que este tipo de actitudes
 habituales hacia el enfado, no solamente están equivocadas, sino 
que son francas supersticiones.
La cadena de pensamientos hostiles que alimentan al enfado nos proporciona una posibleclave para poner en práctica uno de los métodos más eficaces para calmarlo.

En primer lugar debemos de tratar de quitarles razón a las convicciones que alimentan el
 enfado. Cuantas más vueltas le demos a los motivos que nos llevaron al enojo, más “buenas
 razones” y más justificaciones encontraremos para seguir enfadados. Los pensamientos 
obsesivos son la leña que alimenta el fuego de la ira, un fuego que solamente podrá 
extinguirse contemplando las cosas desde un punto de vista diferente. Uno de los remedios
 más poderoso para acabar con el enfado consiste en volver a encuadrar la situación en un
 marco más positivo (repensar los motivos desde una óptica distinta).
El detonante universal del enfado es la sensación de hallarse amenazado. Y no solamente
 nos referimos a la amenaza física sino también, como suele ocurrir, a cualquier amenaza 
simbólica para nuestra autoestima o amor propio (sentirnos tratados ruda o injustamente,
 sentirnos insultados, menospreciados, frustrados al llevar a cabo una determinada tarea, …)
 percepciones, todas ellas, que actúan a modo de DETONANTE de una respuesta 
cerebral que tiene dos efectos:
Liberación de catecolaminas que cumplen con la función de generar la energía necesaria 
para emprender una acción como es la lucha o la huída. Esta descarga perdura varios
 minutos durante los cuales nuestro cuerpo, en función de la magnitud que nuestro cerebro
 emocional asigne a la amenaza, se dispone para el combate o para la huida.
Otra parte de esa sustancia liberada se transmite por el sistema nervioso y dicha 
excitación puede durar horas. Todo esto hace que las reacciones en ese estado se
 realicen con suma velocidad. Esa hipersensibilidad explica porque la mayoría de las
 personas parecen más predispuestas a enfadarse una vez que han sido provocadas o se
 hallan ligeramente excitadas.
Todos los tipos de estrés provocan una excitación que contribuye a bajar el umbral de la
 irritabilidad. Después de un duro día de trabajo, una persona se sentirá especialmente
 predispuesta a enfadarse en casa por las razones más insignificantes, razones que en otras 
circunstancias no tendrían el poder suficiente para desencadenar un SECUESTRO EMOCIONAL.
El enfado se construye sobre el enfado, como una escalada o secuencia de provocaciones,
 cada una de las cuales genera una reacción de excitación que tiende a disiparse muy
 lentamente, en esta secuencia, cada uno de los pensamientos o percepciones irritantes se
 convierte en un minidetonante que produce una descarga de sustancias cerebrales, y cada
 una de estas descargas se ve fortalecida, a su vez, por el impulso hormonal precedente.
 De ese modo, una segunda descarga tiene lugar antes de que la primera se haya disipado
 por completo y una tercera se suma a las dos precedentes,…y así sucesivamente. Es 
como si cada descarga cabalgara a lomos de la anterior.
Cualquier pensamiento que tenga lugar durante este proceso provocará una irritación
 mucho mas intensa que la que tendría lugar al comienzo de la secuencia. El enfado se
 construye así sobre el enfado al tiempo que la temperatura de nuestro cerebro emocional
 va aumentando. Entonces la ira ante la que nuestra razón se ve impotente, desembocará
 fácilmente en un estallido de violencia.
En ese estado la persona se siente incapaz de perdonar y se cierra a todo razonamiento.
 Todos sus pensamientos se mueven entorno a la venganza y la represalia, sin detenerse 
a considerar las posibles consecuencias de sus actos. A falta de un conocimiento exacto
 de lo que le está pasando, la persona enfadada se retrotrae a la más primitiva de las respuestas.
El primer modo de restar fuerza al enfado consiste en prestar la máxima atención y
 darnos cuenta de los pensamientos que desencadenan la PRIMERA DESCARGA
 de enojo (esta evaluación original confirma y alienta la primera explosión mientras que
 las siguientes sólo sirven para AVIVAR las llamas ya encendidas). Cuanto antes
 intervengamos en cortar este ciclo de enfado, mejores resultados obtendremos.



MODO DE APAGAR NUESTRO ENFADO:
 
EMPATÍA: El poder de la comprensión es un desactivador del enfado, cuando alguien
 nos irrita pero nos explica luego que su actitud ha sido debida a una mala noticia 
recibida (muerte, enfermedad, accidente) … nuestra percepción del asunto es distinta
 y solemos perder toda ira y enfado contra esa persona.
ENFRIAMIENTO: Tratar de aplacar la excitación fisiológica ligada a la descarga 
de adrenalina en un entorno en el que no haya peligro que se produzcan más situaciones
 irritantes es un buen medio de rebajar el grado de enfado en nosotros. Las distracciones
 son un recurso eficaz para modificar nuestro estado de ánimo, es difícil seguir enfadado 
cuando uno se lo está pasando bien. El truco consiste en DARNOS PERMISO para
 que el enfado vaya enfriándose mientras tratamos de disfrutar de un rato agradable.
 Como estrategia eficaz, podemos retirarnos y quedarnos a solas mientras tiene lugar
 el proceso de enfriamiento. El ejercicio activo contribuye a dominar el enfado y lo mismo
 puede decirse de métodos de relajación como la respiración profunda. El periodo de
 enfriamiento no será de ninguna utilidad si lo empleamos en seguir alimentando la cadena
 de pensamientos irritantes, ya que cada uno de éstos constituye, por sí mismo, un pequeño
 detonante que hace posibles nuevos brotes de cólera.

Otra buena recomendación es DARSE CUENTA de los pensamientos irritantes o
 cínicos en el mismo momento en que aparecen y, seguidamente, registrarlos por escrito.
Los psicólogos han comprobado experimentalmente que airear el enfado no sirve de
 nada para mitigarlo, aunque parezca que nos proporciona satisfacción. Aunque bien es
 cierto que es útil en determinadas ocasiones, como cuando se trata de comunicar algo y
 expresárselo abiertamente a la persona causante directa del enojo o cuando sirve para
 restaurar la autoridad.
Parece en suma, más eficaz, que comencemos tratando de calmarnos y que,
 posteriormente, de un modo más asertivo y constructivo, entablemos diálogo para
 tratar de resolver el problema.


Daniel Goleman.
 


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