PRINCIPIOS

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miércoles, 22 de octubre de 2014

El Bambú



Un buen dia,  conversando sobre este mundo que hemos decidido
 seguir, y ante mi impaciencia,  un amigo me conto esta bellísima
 historia sobre la caña de bambú, que siempre tengo presente y 
que hoy aprovecho para mostraros a todos. 


Y ahora….. imaginaros una suave y dulce voz de la que solo se
 desprende cariño, comprensión, y que seguro que si lo intentamos
 oiremos susurrándonos este  relato.







No hay que ser agricultor para saber que una buena cosecha
 requiere de buena semilla, buen abono y riego.

También es obvio que quien cultiva la tierra no se detiene 
impaciente frente a la semilla sembrada, y grita con todas sus
 fuerzas: ¡Crece, maldita seas!

Hay algo muy curioso que sucede con el bambú y que lo transforma
 en no apto para impacientes: Siembras la semilla, la abonas, y te
 ocupas de regarla constantemente.

Durante los primeros meses no sucede nada apreciable. En realidad
 no pasa nada con la semilla durante los primeros siete años, a tal
 punto que un cultivador inexperto estaría convencido de haber 
comprado semillas infértiles.



Sin embargo, durante el séptimo año, en un período de sólo seis semanas la planta de bambú crece ¡más de 30metros! quizá solo estés echando raíces....

¿Tardó sólo seis semanas crecer? No, la verdad es que se tomó siete años y seis semanas en desarrollarse.



Durante los primeros siete años de aparente inactividad, este bambú estaba generando un complejo sistema de raíces que le permitirían sostener el crecimiento que iba a tener después de siete años. Sin embargo, en la vida cotidiana, muchas personas tratan 
de encontrar soluciones rápidas, triunfos apresurados, sin entender
 que el éxito es simplemente resultado del crecimiento interno y que
 éste requiere tiempo. Quizás por la misma impaciencia, muchos de
 aquellos que aspiran a resultados en corto plazo, abandonan 
súbitamente justo cuando ya estaban a punto de conquistar la meta. 
Es tarea difícil convencer al impaciente que sólo llegan al éxito aquellos
 que luchan en forma perseverante y saben esperar el momento adecuado.



De igual manera es necesario entender que en muchas ocasiones 
estaremos frente a situaciones en las que creemos que nada está
 sucediendo.

Y esto puede ser extremadamente frustrante.





En esos momentos (que todos tenemos), recordar el ciclo
 de maduración del bambú japonés, y aceptar que en tanto
 no bajemos los brazos -, ni abandonemos por no "ver" el
 resultado que esperamos-, si está sucediendo algo dentro nuestro: estamos creciendo, madurando.



Quienes no se dan por vencidos, van gradual e imperceptiblemente
 creando los hábitos y el temple que les permitirá sostener el éxito 
cuando éste al fin se materialice.



El triunfo no es más que un proceso que lleva tiempo y dedicación.

Un proceso que exige aprender nuevos hábitos y nos obliga a 
descartar otros.

Un proceso que exige cambios, acción y formidables dotes de 
paciencia.

Tiempo... Cómo nos cuestan las esperas, qué poco ejercitamos la 
paciencia en este mundo agitado en el que vivimos...



Apuramos a nuestros hijos en su crecimiento, apuramos al chofer 
del taxi... nosotros mismos hacemos las cosas apurados, no se 
sabe bien por qué...

Perdemos la fe cuando los resultados no se dan en el plazo que
 esperábamos, abandonamos nuestros sueños, nos generamos 
patologías que provienen de la ansiedad, del estrés...

¿Para qué?





Te propongo tratar de recuperar la perseverancia, la espera, la
 aceptación.

Si no consigues lo que anhelas, no desesperes........


Gracias amigo Pepe

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