Desde hace siglos, los lamas fabrican y utilizan unos cuencos metálicos especiales para inducir estados mentales de profundo bienestar, relajación y meditación, así como para tratar determinadas dolencias del cuerpo y de la mente. Los golpean y frotan con una baqueta de madera parecida al clásico
almirez del mortero. Manejados con maestría y según unos ritos
antiquísimos, los cuencos producen una gama de sonidos armónicos .Los sonidos varían en función de cómo se maneje la baqueta y de la forma, el espesor y la composición metálica del recipiente.
Fabricados artesanalmente, los cuencos tibetanos, también llamados
cantores, se fraguan casi
siempre a partir de la aleación de siete
metales, siguiendo la tradición alquímica de los siete planetas: cada uno de los cuales simboliza uno: oro (Sol), plata
(Luna), mercurio (Mercurio), hierro (Marte), plomo (Saturno), estaño
(Júpiter) y cobre (Venus).
Se utilizan en medicina alternativa para reducir el estrés equilibrar los denominados chakras -centros vitales del organismo-,
aumentar la energía corporal, alcanzar una sensación de bienestar físico
y mental, y combatir ciertas enfermedades.
El testimonio de un lama lamado THUPTEN LOBSANG LECHE Según él,” los Cuencos llegaron al Tíbet procedentes de India, donde los usaban para comer y pedir limosna”
En los años sesenta llegaron muchos occidentales a India y Nepal en la gran avalancha Hippy.
El cuenco es básicamente una campana y acústicamente se comporta como tal.
El uso de la música como terapia se remonta al chamanismo y ha sido
utilizado por todas las culturas y religiones sobre todo en su vertiente
mística: para el sufismo,en la cábala judía .San Juan de la Cruz nos habla de “música callada” .
Hoy en día es un instrumento cuyos efectos y peculiaridades se siguen investigando en múltiples disciplinas. El uso que se da actualmente a los cuencos tibetanos está ligado a la musicoterapia, por un lado, y, por otro, a prácticas “espirituales”
¿Cómo se hacen sonar?
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La ciencia ha estudiado acústicamente los sonidos y algunos investigadores creen que su poder curativo se haya en los armónicos y en el principio de resonancia, según el cual una vibración más intensa y armónica contagia y transforma a otra más débil, disonante o no saludable.
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